Sucely Margarita Ariza De La Hoz
Psicóloga Clínica con orientación Psicoanalítica
Hablar del caribe, es referirme a la magia de la que hoy muy pocos lugares en el mundo podrán gozar. Su música, su aire, sus playas, su gente incondicional, que sonríe con la mirada y que abraza sin abrazar.
Caribe significa virtud. Una noche de plenilunio justa para soñar la nostalgia de los primeros años y por qué no para dibujar en el lienzo de la memoria las historias ciegas de profundos amores – certeros fugaces o quizás imposibles-.
El caribe se parece a una palmera, que busca rozar los labios del cielo, a una hamaca que en su cálido regazo cautiva con el vaivén de su mecido el oído intranquilo y el corazón palpitante de los amantes. Se parece a una esquina – punto de encuentro- donde se estrechan las manos y donde la historia y los mitos salvan o condenan. Una esquina para cada tema, donde los actos se musicalizan y donde el tiempo es infinito y no se limitan las palabras. El caribe es un amanecer adornado de lluvia de oro, que hipnotiza las pupilas cuando el sol besa sus flores. Él y su platínica luna no tienen escrúpulos para mostrar su belleza; la luna furtiva en el meridiano de la noche, penetra al río y hace el amor a sus aguas prosaicas.
El caribe es mi atlántico querido… único… guarda los arcanos de mi nostalgia, la que perpetua los recuerdos… las razones y sinrazones de la vida cuando se tiene alas. Sobre tu suelo hombres visionarios, de fuertes y sublimes manos… siembran la tierra con el alba y tú, generoso, sin distinciones sostienes la dicha peregrina e incierta de los que andan.
La mocedad es tu insignia y tú esencia el privilegio que las divinidades te han otorgado. No dejes de gritar alborozado que: de amor se ama… que no sufres de olvido porque el oleaje de tus aguas marinas y el rojo vivo de la cayena tatúa sin reservas el corazón de cariño reminiscente.
Oigo el sonido de los tambores y la flauta con compás alegre que jamás se apaga… es el grito flexible que tu pulmón emite al mundo: no temas que de amor se ama.
Caribe significa virtud. Una noche de plenilunio justa para soñar la nostalgia de los primeros años y por qué no para dibujar en el lienzo de la memoria las historias ciegas de profundos amores – certeros fugaces o quizás imposibles-.
El caribe se parece a una palmera, que busca rozar los labios del cielo, a una hamaca que en su cálido regazo cautiva con el vaivén de su mecido el oído intranquilo y el corazón palpitante de los amantes. Se parece a una esquina – punto de encuentro- donde se estrechan las manos y donde la historia y los mitos salvan o condenan. Una esquina para cada tema, donde los actos se musicalizan y donde el tiempo es infinito y no se limitan las palabras. El caribe es un amanecer adornado de lluvia de oro, que hipnotiza las pupilas cuando el sol besa sus flores. Él y su platínica luna no tienen escrúpulos para mostrar su belleza; la luna furtiva en el meridiano de la noche, penetra al río y hace el amor a sus aguas prosaicas.
El caribe es mi atlántico querido… único… guarda los arcanos de mi nostalgia, la que perpetua los recuerdos… las razones y sinrazones de la vida cuando se tiene alas. Sobre tu suelo hombres visionarios, de fuertes y sublimes manos… siembran la tierra con el alba y tú, generoso, sin distinciones sostienes la dicha peregrina e incierta de los que andan.
La mocedad es tu insignia y tú esencia el privilegio que las divinidades te han otorgado. No dejes de gritar alborozado que: de amor se ama… que no sufres de olvido porque el oleaje de tus aguas marinas y el rojo vivo de la cayena tatúa sin reservas el corazón de cariño reminiscente.
Oigo el sonido de los tambores y la flauta con compás alegre que jamás se apaga… es el grito flexible que tu pulmón emite al mundo: no temas que de amor se ama.
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